domingo, 3 de marzo de 2013

Adivina adivinanza XIII



Adivina adivinanza

Soy como una bombilla que se enciende. De mi surgen novelas, descubrimientos científicos, diseños, edificios, platos, negocios, adivinanzas, poesías… Unas veces me presento ante ti de forma obvia, clara, repentina. Otras me voy desvelando poco a poco, primero me entrevés, me intuyes, y luego despacito me voy desnudando ante ti; lentamente, con pausa, de forma casi sensual. Puedo ser muy poderosa y hasta llegar a cambiar el mundo, por mí se han definido políticas y se han declarado guerras. Soy capaz de lo mejor y de lo peor. Una vez me he colado en tu mente, me instalo, y solo me voy cuando llega otra de mi especie que me contradice. Prefiero instalarme en la mente de los mayores, ya que en ellas acampo largos periodos, a veces de por vida. Se aferran a mí y construyen fortalezas a mi alrededor para protegerme, en alguna ocasión me he sentido enjaulada en sus mentes. Los jóvenes me prostituyen, tan pronto me dejan entrar como me dejan ir. Hubo un insigne ateniense que tanto me quiso y tan bien me entendió que me creo un mundo propio, un castillo en el aire, un palacio celestial. Ahora todo aquel que me quiera ver en mi más absoluta pureza puede ascender y encontrará la puerta siempre abierta. Él me hizo inmortal e inmutable. Solo a través mío, dijo, se puede ser en perfección. No me verás con tus ojos verdes, o azules, o marrones, o negros, sino más bien con ese ojo único interior que trasciende lo físico y transforma tu alma. Expreso la unidad de algo que aparece como múltiple. Soy pura luz, por eso debes acostumbrar a tu ojo antes de mirarme fijamente, sino te cegarás. Participo de todas las cosas y todas las cosas participan de mí. Las tertulias son para mí como bailes, los debates encarnizadas luchas y los libros vehículos.

¿Qué soy?


A.M.B.
Mayo de 2011

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