martes, 3 de junio de 2014

Tarde soleada en el balcón



Tarde soleada en el balcón

El leve sonido de unos pedales que comienzan a oxidarse. Una distante conversación entre un grupo de ancianos sentados en un banco. Una niña pidiéndole un helado a su madre para merendar. El canto de unas cotorras en los plátanos del parque.
De repente un claxon.
Una ruidosa motocicleta de pequeña cilindrada ruje a lo lejos. Las ruedas de un carrito de la compra repiqueteando en las baldosas de la acera, persiguiendo a una señora gorda y teñida de rubio. El bastón de madera de un decoroso señor mayor con sombrero, traje gris y maletín, golpea el suelo a cada paso. El carraspeo del girar de una rueda de un mechero cuya llama calienta una piedra de costo que se quieren fumar dos macarras.
Pían los gorriones y zurea un palomo solitario.
Cruza un sonoro monopatín, sobre el que se desliza ágilmente un aún más sonoro adolescente con pinta de estar enfadado con el mundo. La brisa mueve las hojas de la libreta que rompe en tímido aplauso. Entra la primera en una motocicleta deportiva a la que acaba de subirse, de paquete, una rubia delgada. Llega el tren tracateando, siempre tan provocador. Por un rato, el rumor de su motor en punto muerto inunda el ambiente, no se oye nada más. Por fin se va, vacio, y suena la inocente voz de un niño con gorrita roja que monta una diminuta bicicleta naranja. Los tacones de una exuberante morena, con minifalda y pintoresco peinado, anuncian su llegada. Las tres ruedas de un patinete rosa vibran contra el carril bici camino del parque. Chirrían ocultos los frenos de un coche. El sonido mordido de un sombrero blanco al caer bocabajo; se le ha volado de la cabeza a una joven. Un simpático perro, tan cansado como su amo, ladra sin ganas al otro lado de las vías, una sola vez. Sisean los álamos mecidos por el viento en la Alamedilla.
La pluma rasga el papel con sonido de piedra afilando un cuchillo. Por un instante se oye hasta la música que la tierra produce al girar sobre sí misma.
Una tarde soleada, en el balcón del 7ª-A de la Avenida Campoamor.




A.M.B.
Junio de 2014

5 comentarios:

  1. Me encanta, me transporta, cada detalle es todo un universo.

    Precioso.

    Felicidades.

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  2. Tere hermana, pero seguro que a Tia Tere también le encanta...

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    1. ¡Teruky! No te había reconocido en esa prosa tan poética. Muy bonito tu comentario. El flamenco ha desterrado a las fórmulas químicas y poco a poca brota en ti la poesía. ¡Qué bien!

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  3. Situada en la calle Campoamor, sentada en ese balcón, sólo percibiendo los ruidos que describes, ¡que gran placer!

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